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Winnipeg: cuando la libertad tuvo nombre de barco
Posted by Nicole i Natalie
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19:35
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2. JFM
Winnipeg: cuando la libertad tuvo nombre de barco[1]


En esta misma época, en el país más largo y angosto del mundo, el gobierno estaba a cargo del presidente Pedro Aguirre Cerda, quien había sido electo en forma democrática en Octubre de 1938, encabezando así el gobierno del llamado frente popular. Uno de los grandes propiciadores del triunfo de Aguirre Cerda y colaborador importantísimo en su gobierno fue el poeta Pablo Neruda, quien al enterarse de la situación que se vivía en la península y embargado del enorme amor que sentía por España y Catalunya (donde había sido cónsul) no dudó en pedirle al presidente que le permitiera involucrarse en el conflicto y ayudar a los exiliados trayéndolos asilados a Chile. Como sostiene Jaime Ferrer Mir, el amor que Neruda había aprendido a sentir por España y su gente—huella imborrable dejó en él el cobarde asesinato de su entrañable amigo Federico García Lorca— lo impulsó a solicitarle al presidente Aguirre Cerda que lo designara cónsul encargado de la emigración española con sede en Paris; de esta manera, Neruda emprende el viaje hacia Francia con la intención de hacer lo que, posteriormente él mismo confesó, sería “la más noble misión que he ejercido en mi vida: la de sacar españoles de sus prisiones y enviarlos a mi patria. Así podría mi poesía desparramarse como una luz radiante venida desde América entre esos montones de hombres cargados como nadie de sufrimiento y heroísmo. Así mi poesía llegaría a confundirse con la ayuda material de América que, al recibir a los españoles, pagaba una deuda inmemorial”. En Abril de 1939 el poeta Pablo Neruda se encontraba en Francia, haciendo todos los preparativos para el viaje en el que embarcarían miles de refugiados españoles, idealmente, antes que llegara ese fantasma que se veía venir y que ya rondaba Europa: la segunda guerra mundial.
Con la valiosa ayuda del poeta, el gobierno republicano en el exilio, a través del servicio de Evacuación de Refugiados Españoles (SERE), implementó el vapor Winnipeg con la finalidad de proceder al traslado de más de 2.000 refugiados a Chile; el Winnipeg era un viejo navío de carga francés, que habitualmente cubría el trayecto de Marsella a las costas de África con una escasa tripulación no superior a 17 marinos. Había prestado servicios como transporte de tropas durante la Primera Guerra Mundial. En uno de los muelles del puerto de Trompeloup, cercano a Burdeos, rápidamente comenzó a ser acondicionado con literas de madera en tres niveles, ocupando cada centímetro de las malolientes bodegas. (Ferrer Mir: 1989) Finalmente, el día 4 de Agosto de 1939, en el puerto de Trompeloup volvían a encontrarse miles de familias que durante años no se veían y no sabían unos de otros; todos ellos, con las maletas llenas de ilusiones por embarcarse y recomenzar en una tierra lejana de la cual poco y nada sabían; pero de lo único que tenían seguridad es que se llamaba Chile. De esta manera, la travesía del Winnipeg durante casi un mes llega a su fin y el 3 de Septiembre de 1939 arriban a tierra chilena miles de españoles y catalanes que veían realizados sus anhelos de libertad y que extasiados contemplaban las luces de los cerros de Valparaíso, esa hermosa y verdadera tierra prometida por Neruda. Comenzaba así la posibilidad de rehacer su vida y devolver, mediante su trabajo, la hospitalidad y asilo que el gobierno chileno a nombre de todo su pueblo les había brindado. Aquel día no solamente fue especial para los recién llegados, sino que también para los chilenos que se acercaron a recibirlos y en donde con manos fraternas acogieron a los inmigrantes, rescatados por el humanitario corazón de Neruda, para quienes, a contar de ese momento, la esperanza comenzó a ser una realidad. Y para el poeta, su misión de amor, el magno poema de toda su creación. (Ferrer Mir: 1989)
"Que la crítica borre toda mi poesía, si le parece.
Pero este poema, que hoy recuerdo, no podrá borrarlo nadie."-
Pablo Neruda
Misión de amor
Yo los puse en mi barco.
Era de día y Francia
su vestido de lujo
de cada día tuvo aquella vez,
fue la misma claridad de vino y aire
su ropaje de diosa forestal.
Mi navío esperaba
con su remoto nombre “Winnipeg”
Pero mis españoles no venían
de Versalles,
del baile plateado,
de las viejas alfombras de amaranto,
de las copas que trinan
con el vino,
no, de allí no venían,
no, de allí no venían.
De más lejos,
de campos de prisiones,
de las arenas negras
del Sahara,
de ásperos escondrijos
donde yacieron
hambrientos y desnudos,
allí a mi barco claro,
al navío en el mar, a la esperanza
acudieron llamados uno a uno
por mí, desde sus cárceles,
desde las fortalezas
de Francia tambaleante
por mi boca llamados
acudieron,
Saavedra, dije, y vino el albañil,
Zúñiga, dije, y allí estaba,
Roces, llamé, y llegó con severa sonrisa,
grité, Alberti! y con manos de cuarzo
acudió la poesía.
Era de día y Francia
su vestido de lujo
de cada día tuvo aquella vez,
fue la misma claridad de vino y aire
su ropaje de diosa forestal.
Mi navío esperaba
con su remoto nombre “Winnipeg”
Pero mis españoles no venían
de Versalles,
del baile plateado,
de las viejas alfombras de amaranto,
de las copas que trinan
con el vino,
no, de allí no venían,
no, de allí no venían.
De más lejos,
de campos de prisiones,
de las arenas negras
del Sahara,
de ásperos escondrijos
donde yacieron
hambrientos y desnudos,
allí a mi barco claro,
al navío en el mar, a la esperanza
acudieron llamados uno a uno
por mí, desde sus cárceles,
desde las fortalezas
de Francia tambaleante
por mi boca llamados
acudieron,
Saavedra, dije, y vino el albañil,
Zúñiga, dije, y allí estaba,
Roces, llamé, y llegó con severa sonrisa,
grité, Alberti! y con manos de cuarzo
acudió la poesía.
Labriegos, carpinteros,
pescadores,
torneros, maquinistas,
alfareros, curtidores:
se iba poblando el barco
que partía a mi patria.
Yo sentía en los dedos
pescadores,
torneros, maquinistas,
alfareros, curtidores:
se iba poblando el barco
que partía a mi patria.
Yo sentía en los dedos
las semillas
de España
que rescaté yo mismo y esparcí
sobre el mar, dirigidas
a la paz
de las praderas.
de España
que rescaté yo mismo y esparcí
sobre el mar, dirigidas
a la paz
de las praderas.
Pablo Neruda: “Memorial de Isla Negra”
A la llegada del Winnipeg, el gran poeta de Chile y responsable del arribo de tantos catalanes, muchos de ellos grandes personajes y contribuyentes de la cultura nacional, proclama el siguiente discurso:
“En esta tierra de poesía y libertad, estamos contentos de recibiros, jóvenes que defendisteis la libertad al lado de vuestro pueblo. Y ya que llegáis al final del Pacífico, el más ancho camino del planeta dado al mundo por otros españoles peregrinos, que sea éste también el punto de regreso, porque cuando en toda la tierra germina la libertad, tenéis más derechos que nadie para reclamarla para los españoles, ya que fuisteis los primeros en combatir por ella.
Queridos hermanos: os amábamos desde hace tanto tiempo, que casi no necesitábamos escucharos. Vuestra condición de valientes iluminaba desde cualquier rincón las numerosas tierras americanas. Habéis querido atravesar las más profundas aguas marinas del planeta para que miráramos en este minuto vertiginoso vuestros rostros que representan para nosotros la dignidad humana universal. Mirad vosotros también el rostro innumerable del pueblo que os acoge, entrad cantando, porque así lo queremos, en nuestra primavera marina, tocad todos los rincones minerales del ancho corazón de Chile, porque ya lo sabéis, ya os lo habrán contado las guitarras: cuando el pueblo de Chile da el corazón, lo da entero y para siempre a los que como vosotros, de manera tan alta, supieron cantar y combatir.
Chilenos: aquí los tenéis: por su boca hablará España.”
“En esta tierra de poesía y libertad, estamos contentos de recibiros, jóvenes que defendisteis la libertad al lado de vuestro pueblo. Y ya que llegáis al final del Pacífico, el más ancho camino del planeta dado al mundo por otros españoles peregrinos, que sea éste también el punto de regreso, porque cuando en toda la tierra germina la libertad, tenéis más derechos que nadie para reclamarla para los españoles, ya que fuisteis los primeros en combatir por ella.
Queridos hermanos: os amábamos desde hace tanto tiempo, que casi no necesitábamos escucharos. Vuestra condición de valientes iluminaba desde cualquier rincón las numerosas tierras americanas. Habéis querido atravesar las más profundas aguas marinas del planeta para que miráramos en este minuto vertiginoso vuestros rostros que representan para nosotros la dignidad humana universal. Mirad vosotros también el rostro innumerable del pueblo que os acoge, entrad cantando, porque así lo queremos, en nuestra primavera marina, tocad todos los rincones minerales del ancho corazón de Chile, porque ya lo sabéis, ya os lo habrán contado las guitarras: cuando el pueblo de Chile da el corazón, lo da entero y para siempre a los que como vosotros, de manera tan alta, supieron cantar y combatir.
Chilenos: aquí los tenéis: por su boca hablará España.”
[1] Titulo del libro de Angélina Vásquez (Ediciones Meigas, Con el patrocino del ICI. Agosto de 1989)